Por Marcelo García.
El brote de Hantavirus por el que atraviesa Chubut es el más grave producido en la Cordillera patagónica durante los últimos 23 años, con 23 casos comprobados, 1 en observación y un total de 6 muertes. La tasa de letalidad actual ronda el 30% y se acerca a los índices fatales registrados en la segunda mitad de la década del ’90.
El gobierno provincial reaccionó con demoras, faltó prevención en las últimas décadas y el Estado nacional brilla por su ausencia. Quedó en evidencia la desidia institucional a la hora de prevenir y actuar con celeridad ante la cepa Andes y el contagio interpersonal.
El brote de Hantavirus surgido a principios de diciembre en la localidad chubutense de Epuyén es el más grave sucedido en la región cordillerana desde mediados de los años ’90, cuando la enfermedad tuvo un fuerte impacto iniciado en El Bolsón, generando entre 1995 y 1999 un total de 25 casos confirmados y la muerte a 11 habitantes de la zona, mostrando una altísima letalidad del 44%.
Más de dos décadas después el Hantavirus volvió a golpear en la región y dejó al desnudo la ausencia de campañas consistentes de prevención, la escasa capacidad de respuesta del Estado provincial y la casi nula tarea llevada a cabo por el Estado nacional en los últimos 23 años para poder prevenir y contener un virus que en su cepa Andes provoca un elevadísimo nivel de mortalidad entre los humanos.
Los últimos datos oficiales difundidos por el Ministerio de Salud de Chubut dan cuenta de 23 casos confirmados en la provincia (3 en terapia intensiva), 1 en observación, y la muerte de 6 personas que habitaban en Epuyén. Además, hay al menos 50 personas aisladas y con seguimiento epidemiológico en sus hogares de esa localidad cordillerana.
Un cabo suelto
Fuentes confiables del área médica transmitieron a El Extremo Sur su profunda preocupación por el posible contagio de un remisero de El Maitén que trasladó a uno de los portadores del Hanta.
Ahora el trabajador se encuentra internado en observación en el hospital de El Maitén –cabe precisar que ni ese centro de Salud ni los de Lago Puelo y Epuyén disponen de una sala de terapia intensiva– y se teme que se haya contagiado la enfermedad y pudiera haberla transmitido a pasajeros que viajaron en su remís.
Epuyén se encuentra bajo una fuerte conmoción social y con su población invadida por la angustia y la incertidumbre, como consecuencia de la gran cantidad de infectados y las muertes producidas.
Toda la región vive desde hace más de un mes bajo el impacto del Hantavirus, aunque el brote pareciera estar contenido y circunscripto sin haberse extendido a otras localidades y ciudades de la zona, compartida por las provincias de Chubut y Río Negro.
Para evitar la propagación de la enfermedad, las autoridades sanitarias chubutenses decidieron concretar en los últimos días un aislamiento selectivo de la población de riesgo ubicada en Epuyén. El primer caso se detectó inicialmente el 1 de diciembre pasado, cuando fue internada la adolescente de 14 años que un día después se convirtió en la primera víctima fatal del Hanta en esta temporada estival.
Dos décadas de ineficiente intervención del Estado
El nuevo y más importante avance del Hantavirus en Chubut mostró un proceso de alta probabilidad de de transmisión entre humanos, y posiblemente terminará confirmando la hipótesis surgida en 1995 cuando el Hantavirus en su cepa denominada Andes afectó a El Bolsón. En ese momento se llegó a la conclusión de que el origen del contagio provenía del ratón denominado coligargo, pero que podía transferirse entre seres humanos. Esa situación fue confirmada por reconocidas epidemiólogas argentinas.
Más de 20 años después del brote de Hanta que afectó a El Bolsón pocas fueron las acciones permanentes de los distintos estamentos del Estado para prevenir y contener la letal enfermedad que se siguió desarrollando de manera constante hasta el brote actual.
Salvo un par de años en que no se registraron casos en la Patagonia, desde 1995 siempre se produjeron contagios comprobados de Hanta y los infectados fueron variando en sus cantidades, aunque casi nunca dejaron de mostrar un alto índice de mortalidad.
Tal como lo describen las estadísticas oficiales del Ministerio de Salud de Nación en los semanales Boletines Integrados de Vigilancia, desde 2007 y hasta el brote actual se detectaron 95 casos confirmados en la Comarca Andina, 50 de los cuales se produjeron en Chubut, 36 en Río Negro y 9 en Neuquén; con un índice de fatalidad del 30%.
Según las estadísticas oficiales del Ministerio de Salud de Chubut, desde 1999 y hasta 2017 se produjeron 77 casos de Hantavirus positivos en la provincia y 22 de ellos fueron mortales. Esos datos reflejan un nivel de letalidad que rondó el 30% y que descendió respecto del 44% registrado en la Comarca Andina durante los años previos, que van de 1995 al ’99. Esa cantidad de personas infectadas se disparó desde el pasado mes de diciembre a 92 casos totales hasta los primeros días de este año, con los 19 nuevos registros de Epuyén. Los fallecimientos ascendieron en su serie histórica a 28.
En función de los datos del Sistema de Salud chubutense el lugar de atención y registro de los 77 casos fueron: 14 en El Hoyo, 12 en Epuyén (a los que se deben sumar los 23 actuales), 10 en Lago Puelo, 10 en Cholila, 7 en Trevelin, 4 en el Parque Nacional Los Alerces, 3 en Corcovado, 2 en Río Pico, 2 en Villa Lago Rivadavia, y uno en Carrenleufú, El Maitén, Esquel y Rawson. Otros cuatro casos fueron atendidos en la provincia, pero procedentes de Chile.
Un Estado casi ausente
A lo largo de los 23 años en que se produjo el primer brote en la región, tanto el Estado provincial como el nacional realizaron tareas insuficientes para prevenir y contrarrestar el Hantavirus en la región cordillerana de la Patagonia. Tampoco se conocen datos en Argentina acerca del avance en busca de una vacuna, como sí se está haciendo en la Universidad de Concepción (Chile).
Las campañas de difusión sobre la prevención fueron escasas y se intensificaron solamente en los momentos críticos. Así sucedió desde principios de diciembre pasado cuando se desató el nuevo brote en Epuyén. Dado que desde 1996 no se produjo ningún brote de tanta importancia en cantidad de casos y fallecimientos, el accionar del Estado se ha mostrado relajado, limitándose a rutinarias campañas de difusión, de impacto relativo. A ese factor se sumó la presión del sector turístico regional, que busca disminuir la difusión de Hanta con la argumentación de que se “ahuyenta” al turismo.
Contagio interpersonal
La experiencia dejada por el brote de mediados de los ’90 posibilitó desarrollar la hipótesis que la enfermedad podía transmitirse entre humanos luego que el primer eslabón la hubiese contraído del ratón. En ese momento quedaba por demostrar dicha hipótesis y a su vez estudiar hasta qué nivel de encadenamiento de vectores podía extenderse el Hanta.
Al mismo tiempo, quedó el conocimiento relacionado a dos elementos muy importantes: lo imprescindible que resultan las campañas intensivas de prevención en las etapas estivales –cuando se incrementa el riesgo de contagio– y la valiosa actividad que los estamentos de la salud pública pueden aplicar a la hora de intervenir, aislar y controlar el posible contagio entre seres humanos; para lo cual la conformación de un Comité de infecciones podría cumplir un rol fundamental de detección, control y contención de la población apenas aparezcan los primeros casos de Hantavirus.
En ese sentido, desde 1999 existe un material altamente relevante que fuera elaborado por la Oficina Sanitaria Panamericana de la Organización Mundial para la Salud (OMS), que coordinaron las investigadoras argentinas Paula Padula y Delia Enría, junto a otros destacados profesionales del continente.
Un protocolo desoído
El protocolo diseñado por Padula y Enría detalla todo tipo de acciones a tomar frente al Hantavirus en todos sus aspectos técnicos, preventivos, médicos y de comunicación. Lamentablemente, dos décadas después muy poco de ese saber se tomó en cuenta de modo consecuente desde los organismos oficiales de Salud.
Casi ninguna de estas enseñanzas fue tomada por los Estados en toda su magnitud y como los casos confirmados no tuvieron gran relevancia en los últimos años, la prevención y los mecanismos de alerta se fueron relejando hasta que estalló el actual brote en Epuyén, que encontró a los sectores sanitarios escasamente preparados y con evidentes limitaciones de infraestructura.
El único avance significativo que se mostró en concordancia con las tareas necesarias fue la capacitación de los profesionales del Hospital Zonal de Esquel a finales de 2017 para realizar allí el análisis preliminar que permite detectar la infección por Hantavirus, que luego se confirma con mayor precisión en los institutos nacionales como el Malbrán.
Según fuentes consultadas en el ámbito médico del Hospital Zonal de Esquel, pese a estar en condiciones de efectuar este tipo de análisis durante muchos meses no contaron con los reactivos necesarios que debían ser aportados por el Ministerio de Salud chubutense, situación que recién se revirtió frente a la aparición del actual brote.
Casos confirmados y mortalidad del Hantavirus en Chubut
(Fuente: Anuario Estadístico de Salud, Volumen II, Publicación 2018, Ministerio de Salud de Chubut).
1999: 0 infectados y 0 muertes
2000: 6 infectados y 2 muertes
2001: 5 infectados y 1 muerte
2002: 2 infectados y 0 muertes
2003: 8 infectados y 3 muertes
2004: 9 infectados y 3 muertes
2005: 5 infectados y 2 muertes
2006: 0 infectados y 0 muertes
2007: 4 infectados y 3 muertes
2008: 1 infectado y 0 muertes
2009: 5 infectados y 1 muerte
2010: 4 infectados y 1 muerte
2011: 5 infectados y 2 muertes
2012: 2 infectados y 1 muerte
2013: 3 infectados y 0 muertes
2014: 7 infectados y 2 muertes
2015: 0 infectado y 0 muertes
2016: 2 infectado y 0 muertes
2017: 5 infectados y 1 muerte
2018/19: 23 infectados y 6 muertes
Estado provincial desprevenido
Las fuentes oficiales del gobierno chubutense confirmaron, varios días después, que el 1 de diciembre se produjo la internación en Epuyén de la adolescente que fallecería dos días más tarde como consecuencia del Hantavirus.
El accionar del Estado provincial fue deficiente respecto de las medidas de prevención en la etapa estival de alta posibilidad de contagio, y tampoco los funcionarios de Salud tuvieron una respuesta rápida ante lo que pocos días más tarde se terminaría transformando en el brote más importante de la historia regional.
Más allá de no haber encendido las alertas preventivas en los meses en que se hace más factible contraer en Hanta, tampoco fue precisa la información inicial; e inclusive hubo funcionarios que intentaron relativizar lo que resultaba evidente. Tampoco se tomaron con la velocidad necesaria las acciones que posibilitaran aislar y atender con rapidez el foco que se estaba desarrollando y extendiendo en Epuyén.
Haciendo un seguimiento del twitter del Ministerio de Salud de Chubut no se encontraron posteos informativos sobre las medidas de prevención para evitar el contacto con los ratones transmisores. Lo que es todavía peor, hasta se observaron publicaciones como las del 4 y 6 de septiembre anunciando la visita de un chef a Epuyén promocionando “Jornadas de Capacitación en Buenas Prácticas de Higiene en Elaboración de Alimentos y Nutrición”.
Lo que (no) hizo el área de Salud
Recién el 30 de noviembre pasado y justo un día antes de que fuera hospitalizada la joven de 14 años que terminó convirtiéndose en la primera víctima, el área de salud provincial publicó en @saludchubut #HantaVirus y Picaduras de #Ponzoñas Recomendaciones para turistas y habitantes locales de la #Cordillera.
En la misma cuenta de Twitter se confirmó el 3 de diciembre la existencia del primer caso de Hantavirus en Epuyén, informando que el paciente había sido dado “de alta” y se recomendó “tomar medidas preventivas”, sin mencionarse el caso de la adolescente.
Previamente se produjo el contagio por Hanta de un poblador de la zona de chacras que había logrado recuperarse de la afección. El personal médico del Hospital de Epuyén informó que había sido detectado el 13 de noviembre, sin poder confirmar el vínculo entre ese caso y el de la joven fallecida. Al mismo tiempo se notificó que existían cinco casos “sospechosos” y se especuló con que podrían haberse contagiado en una fiesta de cumpleaños efectuada en un salón de la localidad.
El 4 de diciembre el subsecretario de Programas de Salud (Mariano Cabrera) salió a bajarle la importancia al tema y publicó en su cuenta (@marianosalud) y la del ministerio (@saludchubut) que “Es habitual en la Comarca ya que es el hábitat natural del ratón ‘colilargo’. Solemos tener alrededor de 15 sospechas de casos por año. Trabajamos mucho en las medidas de prevención para la población”.
Con la misma intención, el 5 de diciembre, la jefa del Departamento Provincial de Zooantroponosis Mafalda Mossello tuiteó que “Es algo habitual, solo hay que tomar medidas preventivas. Recomendamos fundamentalmente que los lugares en los que acampen estén bien aireados, sin restos de maleza ni presencia de roedores”.
El ministro de Salud Adrián Pizzi manifestó el 8 de diciembre que “la directora de Infecciones no descarta el contagio persona a persona a través de la vía respiratoria… el caso de la chica fallecida no está confirmado que sea positivo de Hantavirus pero se sospecha por el cuadro clínico… Nosotros hablamos del Hantavirus como algo común en la Cordillera, de baja frecuencia pero de alta letalidad. Llevamos 15 casos sospechosos en el año. De este último tiempo tenemos dos casos confirmados, cuatro sospechosos y uno negativo”.
Demoras e inconsistencias
El 13 de diciembre autoridades del Ministerio de salud del Chubut, Área Programática Esquel, especialistas del Instituto Malbrán y representantes de la cartera sanitaria nacional conformaron una mesa ampliada para coordinar estrategias de prevención, control e investigación en torno a los casos de hantavirus registrados en Epuyén. Ya había transcurrido un mes del primer caso detectado y más de 10 días del primer fallecimiento.
La tercera víctima fatal anunciada el 17 de diciembre fue la que disparó todas las alertas porque se trató de una enfermera del Hospital de Epuyén que había estado una semana en Chile pero que habría tenido contacto con los primeros portadores del virus. Aunque al parecer desconocía del contagio entre humanos, ese mismo día el ministro Pizzi firmó la resolución 366/18 que decretó por 90 días la alerta sanitaria en el Área Programática Esquel, aunque la misma tomó difusión el día 19.
Frente al panorama que se iba complicando día a día, el 23 de diciembre el gobernador Mariano Arcioni visitó el Hospital de Epuyén y señaló que “Personalmente estoy al tanto de todo, siguiendo los informes diarios porque nos preocupa mucho la situación. Por eso se ha declarado el estado de alerta, y la provincia puso todos los recursos a disposición, toda nuestra estructura a disposición de la situación epidemiológica”. El mandatario provincial puso el acento en “llamar a la calma y aplicar las medidas de prevención. Hay que transmitir tranquilidad y dejar que siga realizándose el trabajo multisectorial que se viene haciendo”.
Recién el 27 de diciembre se anunció oficialmente por parte del Gobierno de Chubut que se iniciarían acciones conjuntas con los profesionales del Instituto Malbrán en el propio pueblo de Epuyén, pero ya el brote llevaba casi un mes de desarrollo y se había cobrado cinco víctimas fatales para ese momento.
El propio ministro Pizzi indicó en ese mismo día 27 que “Hasta ahora se tomaron 180 muestras de sangre para analizar potenciales afectados y ahora se agregarán 40 extracciones más” y explicó que Ministerio de Salud decidió desplegar en los últimos días un plan especial de acompañamiento psicológico a las víctimas de hantavirus y también al resto de la comunidad de Epuyén.
Turismo: tapar el sol con la mano
El accionar de funcionarios públicos como Cabrera y Mossello, al igual que el conjunto de los responsables del área de Salud de Chubut, minimizaron el inicio del brote, tal como sucedió en los años ’90 cuando había mucho menos información y los prestadores turísticos presionaban a los medios de comunicación locales y provinciales para que no se difundieran las muertes por Hantavirus porque aducían que se perjudicaba el turismo regional.
Miguel Angel Sosa, presidente de la Cámara Regional de Turismo y vicepresidente de la Cámara Provincial, sostuvo el 28 de diciembre ya con 13 casos confirmados y 5 fallecimientos que “Las estadísticas a nivel nacional indican que Chubut se ubica en el puesto cinco de las provincias afectadas con estos casos. Acá repercutió porque en localidades pequeñas se nota mucho pero sucede todos los años… No existe una pandemia o epidemia pero sabemos que a veces los medios toman estas palabras a modo amarillista”.
Esquel, a contrapelo
Aunque no se puede confirmar el vínculo, es llamativa la actitud tomada por el Municipio de Esquel y los prestadores turísticos cuando el 10 diciembre y con el brote en pleno desarrollo salieron a ofrecer un bono de 50 litros de combustible gratis para todos los turistas chilenos que pernoctaran dos noches en la ciudad cordillerana durante diciembre; idea que según reconocieron surgió de la Secretaría de Hacienda municipal y la Cámara de Comercio de Esquel.
El secretario de Turismo de Esquel Mariano Riquelme reconoció el 21 de diciembre que tras la difusión de los numerosos casos positivos de hantavirus y el fallecimiento de personas que contrajeron la enfermedad se había generado “alarma y preocupación entre los turistas que proyectaban pasar en la zona sus vacaciones de verano”.
“Trabajamos con información certera, con información correcta, sobre los recaudos que hay que tener y cómo manejarse en la región para evitar contagios. Desde los municipios estamos activando un protocolo de información para revertir esa imagen negativa”, reveló el funcionario esquelense y agregó que “Lo lamentable también es que periodistas de acá, de la zona y también de la provincia, son los que mandan las notas con esos titulares”.
El extremo más absurdo en torno de la falaz disputa entre turismo y difusión del Hantavirus se suscitó con la Fiesta del Artesano, que habitualmente se realiza a mediados de enero en la localidad de Epuyén. Sorprendentemente, fue anunciada en medio de la crisis con total desaprensión.
El brote desatado en la localidad cordillerana desembocó finalmente en la lógica suspensión de la 29° edición de esa fiesta que iba a concretarse del 17 al 20 de enero, lo cual resulta una medida imprescindible para evitar mayor cantidad de contagios encadenados entre humanos; aunque muchos prestadores turísticos presionaron hasta último momento para su concreción a pesar del enorme riesgo de contagio que eso hubiese significado.
Razones “psico-sociales”, dijo Pizzi
El ministro de Salud Adrián Pizzi indicó que la cuestión infectológica no era el único motivo para la postergación de la fiesta en Epuyén, sino que también habían incidido las “razones psico-sociales” de una comunidad impactada por el brote.
Tanto el sector de los prestadores turísticos como el de los funcionarios del área deberían comprender que la mejor manera de contener a los visitantes es la información permanente y el apoyo a las campañas de difusión para consolidar un esquema de prevención constante más allá de los casos producidos año a año.
Cuanto más información se difunda, menos posibilidades hay de que se produzcan brotes de Hanta, mientras que en paralelo cuanto más información reciban los turistas más seguros se sentirán a la hora de conocer y saber qué hacer para no tomar contacto con la enfermedad.
En lugar de intentar ocultar o minimizar la existencia del Hantavirus, la mejor forma de enfrentarlo es hacer constantes y abiertas campañas de difusión, ya sea para prevenir o para evitar la propagación de la enfermedad.
La historia del Hanta en la Comarca Andina
El principal brote histórico que se produjo en la Comarca Andina se suscitó en el año 1996, cuando la enfermedad impactó de lleno en El Bolsón provocando 13 infectados entre el 22 de septiembre y el 9 de noviembre de ese año; mientras que 6 de los otros casos registrados posteriormente se detectaron en el resto del año, una etapa no muy frecuente para el Hanta en la región.
En el otoño (abril) de 1995 se había producido un brote menor en el que se infectaron de manera escalonada cuatro integrantes de una misma familia. Del total de los 25 casos registrados en ente 1995 y 1999 se registraron 11 muertes que mostraron un altísimo nivel de fatalidad que ascendió al 44%, tal como quedó registrado en múltiples publicaciones médicas en el país.
En el año 2000 un grupos de especialistas en infectología publicaron en la revista Medicina un trabajo técnico denominado “Síndrome pulmonar por hantavirus en el sur andino argentino”; allí llegaron a conclusión que “Diez de los 16 casos del brote de 1996 en los que se demostró evidencia de transmisión interhumana están incluidos en este análisis… Si bien ésta fue la única oportunidad en la cual la sospecha epidemiológica de contagio interpersonal pudo ser confirmada por estudios moleculares, no es posible descartar que este tipo de transmisión haya ocurrido en otras situaciones, como la observada en el brote familiar de 1995… También en el sur de Chile fueron comunicados dos brotes familiares de similares características”.
La cepa Andes y la miopía estatal
Entre las profesionales que elaboraron el material citado se encontraban las especialistas Paula Padula del Malbrán, Delia Enría del Maiztegui, María Ester Lázaro de Bariloche y Amanda Resa de El Bolsón. Justamente estas dos últimas médicas que actuaron en la Patagonia enviaron en 1997 una carta a la revista mencionada relatando los primeros casos de Hanta con se encontraron en sus actividades regionales.
Allí detallaron que “La muerte inexplicable de un enfermero del hospital de El Bolsón, ocurrida en octubre de 1994, horas después de su ingreso en la unidad de terapia intensiva del hospital de Bariloche, fue la primera alarma clínica que inició la comunicación entre los médicos de ambas instituciones. A partir de allí se reconoció la similitud de presentación clínica con la de una joven mujer fallecida 45 días antes en El Bolsón, sin dar tiempo a su derivación y con el caso de un refugiero de montaña, atendido un año atrás por distress respiratorio adulto, al que sobrevivió sin poder determinarse la etiología.
En marzo de 1995 un paciente con las mismas características fallece a su ingreso a UTI. Hasta marzo de 1995 se habían presentado cuatro casos clínicos semejantes en un lapso de 17 meses… tres de ellos fallecieron antes de las 24 horas de su ingreso a los hospitales… treinta días después de la muerte del último paciente ingresaría su hija de 15 años, falleciendo al tercer día con una evolución comparable a la de su padre”.
El brote de los años 1995 y 1996 posibilitó identificar la cepa Andes del Hantavirus que afecta a la zona cordillerana de Chubut, Río Negro y Neuquén, posibilitando catalogar a dicha región como uno de los tres focos principales donde se desarrolla la enfermedad con principal preeminencia durante la primavera y el verano.
La experiencia adquirida en casi 23 años, las investigaciones y la confirmación contundente de la hipótesis de contagio entre seres humanos, junto a las tareas de prevención que se diseñaron nacional e internacionalmente a finales de los ’90 por los especialistas no fueron tenidas en cuenta toda su magnitud para prevenir y controlar el actual brote de Hantavirus que impacta de lleno en la comunidad de Epuyén y el conjunto de la comarca.
Fuente: El Extremo Sur