El Covid-19 está haciendo estragos en diversos sectores de la economía y, a modo de graficar el parate, desde la consultora Ecolatina realizaron un análisis acerca de cuáles son los rubros en los cuales más ha caído la demanda de energía eléctrica. Una de las conclusiones del relevamiento es que el sector de la construcción consumió un 82% menos de electricidad si se compara el período de confinamiento con los primeros 19 días de marzo.
El podio lo completan la industria textil, que demandó un 80% menos de energía, y el sector de productos metálicos no automotores que bajó su consumo un 76%. Pegadita aparece la industria automotriz (-75%) y el top five se cierra con comercio y servicios, que utilizó un 49% menos.
Los otros rubros cuyo descenso en la demanda energética fue analizada son: madera y papel (-29%), extracción de minerales (-29%), cargas y puertos (-27%), derivados del petróleo (-22%), química, caucho y otros minerales (-22%), servicios públicos y transporte (-16%), alimentos y artículos de consumo masivo (-10%) y extracción de petróleo (-3%).
“Al apagón en la oferta se le puede sumar el apagón en la demanda, es decir, el efecto sobre la canasta de consumo de hogares”, añadió el economista sectorial de Ecolatina, Santiago Manoukian.
En ese sentido, Manoukian se refirió a los rubros que están más complicados ya no por la imposibilidad de trabajar sino por la nula intención o posibilidad de contratación por parte de los potenciales consumidores. “La reducción es casi completa en términos de recreación y cultura; prendas de vestir y calzado; restaurantes y hoteles; y equipamiento y mantenimiento del hogar. Los rubros que muestran mayor fortaleza son alimentos y bebidas y algunos artículos de consumo masivo; la salud; las comunicaciones y la educación”.
Más allá de si el impacto viene por la crisis de oferta o por la caída en la demanda, Manoukian estableció una síntesis de cuáles son los principales afectados por la cuarentena: “Entre los más perjudicados podemos observar a la actividad comercial en general, con excepciones como supermercados, farmacias, locales de cercanía; pero sí con fuerte impacto en shopping, comercios minoristas y venta de bienes durables. También en hoteles y restaurantes; entretenimiento, esparcimiento, ocio y recreación; construcción y actividad inmobiliaria y de alquiler”.
El especialista también se refirió al golpe a la actividad industrial: “El mayor deterioro lo vemos en producción de durables y bienes de capital: automotriz; textil y calzado; electrodomésticos y electrónica; maquinaria y equipos muebles. También hay un impacto fuerte en minerales no metálicos”.
En tanto, Sophía Parnisari, economista sectorial de la consultora Economía y Regiones, recordó que los indicadores venían cayendo hace tiempo, incluso antes de la cuarentena. De hecho, según los números del INDEC, la construcción había tenido un derrumbe interanual del 22,1% en febrero, tendencia que no hará más que acentuarse cuando las estadísticas reflejen el confinamiento. “Las automotrices venían mal, de hecho a marzo acumulaban caídas del 34% en la producción”, señaló Parnisari.
Por otra parte, la economista se detuvo en lo que sucede en la pesca, una de las pocas actividades que habían tenido un buen 2019. “Vemos menores desembarques y precios internacionales con una tendencia negativa”, subrayó.
Respecto del campo, Manoukian explicó: “Tenemos una menor producción, pero en buenos niveles, aunque con precios internacionales más bajos. El principal problema para el agro va a pasar por las dificultades en transporte y logística, a los que se suma la bajante en el Río Paraná”.
Salvo excepciones, los distintos sectores de la economía deberán adaptarse a un escenario disruptivo que agrava las condiciones previas: “Nosotros estamos observando un PBI que va a caer entre un 7 y un 10%”, sintetizó Sophía Parnisari.
Fuente: Ámbito financiero