Recientemente se ha vuelto a escuchar, en el marco de la inestabilidad financiera y cambiaria del país, la propuesta de dolarización o, como medida compensatoria, la creación de una caja de conversión. Estas ideas no son absolutamente nuevas, ya que fueron puestas en debate en anteriores campañas presidenciales. A su vez, han surgido experiencias de este tipo en países como Ecuador, El Salvador y Panamá. La Cátedra Abierta Plan Fénix se siente obligada a alertar a la ciudadanía sobre el riesgo de aplicar en el país uno u otro proyecto, dado que ello nos conduciría en forma irreversible a la pérdida de nuestra soberanía y a consolidar un modelo dependiente con altos niveles de pobreza y una distribución inequitativa de los ingresos.
Convertibilidad
La experiencia de la Convertibilidad, el antecedente más próximo, es más que aleccionadora. Más allá de su catastrófico desenlace, este régimen fue desastroso aun durante su vigencia: estabilizó los precios, pero no logró un crecimiento sostenible y estable, no indujo entrada de capitales, pese a la elevada tasa de interés que rigió, y los niveles de inversión fueron bajos; además, conllevó una sobrevaluación cambiaria, con el consiguiente déficit en cuenta corriente, que en definitiva fue lo que detonó su liquidación. Argumentos similares valen para la dolarización.
Estamos en un punto de crisis que consideramos provocado por este Gobierno y lo que nos tenemos que preguntar es cuál será el último escalón para descender dentro de los círculos del infierno. Alguna vez ya paramos en la Convertibilidad, que hoy sería como el limbo desde el cual solo quedaría descender, como en el del Dante, al círculo del Infierno de la dolarización.
A favor
Según diversas contribuciones, la dolarización conlleva ventajas y desventajas. Entre las primeras se mencionan las siguientes:
- Evita las crisis monetarias y de balanza de pagos. Sin moneda nacional no hay posibilidad de una depreciación fuerte ni de salidas súbitas de capital motivadas por el temor a una devaluación.
- Permite una integración más estrecha con las economías mundial y estadounidense gracias a que los costos de transacción son más bajos y a que se asegura la estabilidad de los precios en dólares de Estados Unidos.
- Al rechazar la posibilidad de un financiamiento inflacionario, los países tienen la oportunidad también de reforzar sus instituciones financieras y de crear condiciones favorables a la inversión, nacional y extranjera.
Estos argumentos son de fundamento dudoso, y apelan esencialmente a una suerte de magia monetarista.
En contra
Las desventajas que se señalan son las siguientes:
- El país que dolarice su economía cederá toda posibilidad de tener una política monetaria y cambiaria autónoma, comprendido el recurso al crédito del Banco Central para facilitar liquidez al sistema bancario en situaciones de dificultad.
- Ante la eventualidad de shocks externos, la economía queda en posición muy vulnerable, y expuesta a los avatares de los mercados de capitales.
- Desde el punto de vista económico, el derecho a emitir la moneda del país otorga al gobierno ingresos de señoreaje, que aparecen como utilidades del Banco Central y que se transfieren al gobierno. Ese ingreso lo pierden los países que dolaricen y lo recibirá Estados Unidos, a menos que consintiera en compartirlo.
- Los agravantes de todo este esquema no son solamente los efectos nocivos de su implementación, sino que la renuncia a la moneda nacional es prácticamente irreversible.
- Por último, la implementación de una dolarización requiere fijar un tipo de cambio de referencia para convertir la moneda nacional en dólares. Normalmente esto implica una sustancial devaluación de la moneda nacional, con su consecuente transferencia de ingresos como resultado del salto inflacionario y el congelamiento salarial. En síntesis, pierden los trabajadores, gana el sector financiero y quedan en situación más frágil los sectores productores de bienes.
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