Desde la llegada de Cambiemos al Gobierno, la cotización del dólar subió alrededor de un 300%, y durante 2018 el alza es superior al 100%. Pero los vaivenes del tipo de cambio no son una novedad: en los últimos cien años la Argentina sufrió seis devaluaciones bruscas. Existen distintas versiones de cómo se generaron. El historiador económico Mario Rapoport explica que, según su visión, las crisis cambiarias coinciden con las crisis financieras, producidas “por políticas liberales”.
Desde otra óptica, el también especialista en historia económica Roberto Cortés Conde señala que todo comenzó con el uso del Banco Central, por parte de Perón, para financiar proyectos de gobierno y que luego se formó una cuestión cíclica: “Hay un ciclo de expansión, luego estabilidad cambiaria, cambio relativamente fijo y después problemas de balanza de pagos, devaluación y crisis. Esa esa la característica de la segunda mitad del siglo XX”, afirma. En lo que sí hay una coincidencia es en que las devaluaciones trajeron fuertes perjuicios para los ingresos de los asalariados.
La primera gran caída del peso en el siglo XX fue en 1958, durante el gobierno de Arturo Frondizi. La Argentina venía de cuatro años seguidos de déficit comercial. El gobierno modificó la paridad cambiaria y generó una apreciación del dólar frente al peso del 68,2%. “Esa devaluación fue motivada por el FMI”, explica Rapoport. Respecto de este episodio, el historiador señala que trajo aparejada “una baja en el nivel de vida de la población”, pero que la situación económica se recuperó porque el desarrollismo atrajo inversiones.
Luego llegó la devaluación de 1962, durante la presidencia de José Guido. Como señala un paper elaborado en 2012 por Esteban Bertuccio, Juan Manuel Telechea y Pablo Wahren, el ministro de Economía, Federico Pinedo, liberalizó el mercado de cambio en abril y eso obligó al Banco Central a retirar sus intervenciones. El dólar se apreció un 64,5% nominal durante ese año. El caldo de cultivo había sido el sector externo que, durante el año anterior, había sufrido un déficit comercial del 2,8% del PBI.
En junio del 75 llegó el Rodrigazo, denominado así porque el ministro de Economía de Isabel Perón, Celestino Rodrigo, anunció medidas para eliminar las distorsiones en los precios. Se generó una suba del 100% en el tipo de cambio. Al finalizar el primer trimestre de 1976 el derrumbe del peso alcanzó el 873%. Según Rapoport, esta devaluación había sido “absorbida” por los sindicatos, que aplacaron el proceso inflacionario recuperando ingresos. Sin embargo, “Martínez de Hoz frenó el aumento de salarios y los efectos fueron brutales”. “Las devaluaciones que van desde la década del 50 hasta 1975 estaban vinculadas al proceso de industrialización por sustitución de importaciones, ya que Argentina necesitaba importar bienes de capital e insumos. Además, se acentuó el stop and go, es decir, el proceso en que el crecimiento económico aumenta la demanda de importaciones e, incluso, por los mejores ingresos, aumenta la demanda interna de productos que Argentina exporta”, afirma Agustina Rayes, investigadora del Conicet y la Unsam, quien agrega que los gobiernos buscaron “devaluar para equilibrar”.
Según Rayes, las devaluaciones de 1976 en adelante responden a otro patrón, “relacionado a crisis financieras por acumulación de deuda y pago de servicios de estas obligaciones”. En 1981, durante la gestión frente al Ministerio de Economía de Lorenzo Sigaut, la moneda estadounidence se apreció nominalmente frente al peso un 226%, poco tiempo después de que el ministro de la dictadura asegurara: “El que apuesta al dólar pierde”. Cuando asumió Sigaut la economía tenía una inflación de 131% y una de sus medidas fue dejar sin efecto la tablita cambiaria de Martínez Hoz, que había dejado un peso super apreciado.
Las crisis cambiarias más recientes y recordadas son las del 89 y la de 2002. La de 1989 comenzó con una modificación del tipo de cambio nominal del 61,1% que disparó una hiperinflación superior al 3.000%. El dólar se apreció luego, en relación al peso, un 4.084%. Después llegó el colapso de la convertibilidad. En este último caso, el peso pasó de la paridad con el dólar a un salto de casi 4 a 1, hasta acomodarse en un 3 a 1. Esta última crisis cambiaria, sin embargo, tuvo una particularidad: un bajo pass through (traspaso a precios). “La recesión era muy grande. Veníamos de dos años de deflación, con la devaluación la recesión fue más fuerte, ¿quién iba a aumentar tanto los precios?”, explica Cortés Conde. Para tomar como referencia la actualidad, en 2018 Argentina apuntaba a tener una inflación del 15% y será 40%.
¿Puede haber depreciaciones exitosas? Cada vez que hay una devaluación, hay consenso de que es un punto de partida pero que no debe licuarse con inflación. ¿Hay devaluaciones exitosas? Pablo Schiaffino, de la Universidad Torcuato Di Tella, si bien es crítico de las devaluaciones, reconoció que la de la dupla Duhalde (presidente) – Remes Lenivoc (ministro) fue la más “exitosa”, porque nunca el país había estado “tan destruído”. Sin embargo, sentenció: “Cambios nominales solo tienen efecto al corto plazo; para verdaderos cambios en al productividad, necesitás cambios en las variables reales”. El final del siglo XIX ya había dejado algunas advertencias con la crisis de 1890, que trajo aparejada una devaluación “brutal”, según términos de Rapoport. Con estos antecedentes, no parece extraño el video que circuló en las redes sociales, en el que Tato Bores, allá por 1962, se burlaba de la obsesión de los argentinos por ahorrar en dólares. Seis megadevaluaciones más tarde, la costumbre, lejos de apaciguarse. se acentúa año a año. (Fuente www.perfil.com).