Neurociencias y Educación, la emoción de aprender en los tiempos modernos

 

 

Hector da Horta y Marina Cuzen gestionaron un Colegio distinto, el cual es denominado “El Castillo”, ubicado en la ciudad de Rada Tilly (Chubut), basado en concepciones modernas, principalmente en las herramientas que las neurociencias aportan a la educación. Desde hace ya varios años, que vienen trabajando en la gestión del mismo, el cual posee enseñanza desde Sala de 2 años hasta el Nivel Secundario, ya con muchas promociones de egresados, que les han viniendo demostrando el resultado del camino que eligieron para educar.

En los últimos años, a través de una Consultora que se llama “neurocognito”, en la cual tratan de volcar el contexto local, y en aquel que tenga ganas de escuchar éstas experiencias aúlicas, sobre lo que realmente no hay tanta experiencia. Existe mucho avance permanente, cambios, actualizaciones y demás, todo lo relacionado con las neurociencias avanza vertiginosamente y en lo que en su momento parecen verdades, luego no lo son, y es apasionante. Pero, desde la concepciones teóricas hay mucho, y desde la experiencia práctica no hay tanto, es por esto, que les pareció importante volcar todo esto. 

Existen muchos actores que opinan con mucho acierto, sobre que el corazón si está en el cerebro, en el sentido de tratar de decir que el cerebro como el órgano del aprendizaje incluye también el lugar, la química y la mecánica de la generación de las emociones. Desconocer esa potencialidad, esa realidad, como la neuroplasticidad, la cual genera cambios biológicos en la estructura cerebral a partir del comportamiento y viceversa.

Realmente se ha demostrado que quedó en el pasado, poder pensar en educación sin pensar o aprender cómo es el órgano dónde se produce, ya que hoy necesariamente es básico ese conocimiento, y que está claramente fuera de discusión, así como tantas otras disciplinas, como por ejemplo el yoga, el mindfulness, la meditación, las técnicas de respiración, etc. 

La Neurociencia, te aclara y te demuestra que la atención es un estado, independientemente de a dónde estemos mirando, es una predisposión a la incorporación y procesamiento de estímulo, entonces surge la pregunta de ¿cómo hacemos para que un chico atienda desde ese lugar?. Es entonces, que hay que lograr tal atención, y conseguir que el adulto que pretende impartir un aprendizaje, convocar dicha atención, ya que no tiene que darse naturalmente; despertar esa atención y ver qué es lo que genera la misma en cada chico.

La cual será distinta en cada uno, por ende ver, si se puede diseñar una clase de manera tal de sostener la atención de diversos chicos durante la misma; ya sea con creatividad, apelando a los distintos tipos de comunicación y a los canales preferenciales que cada uno tiene, y de ésta manera, concluir con certeza que esa clase va a ser eficiente. 

Conseguir abstraer a los chicos, de la inmensa variedad de estímulos permanente que la sociedad moderna bombardea a los mismos, es imprescindible para lograr un esquema de atención direccional hacia el aprendizaje que se quiere producir. Y es acá, que juega la práctica de la meditación, el mindfullness, técnicas de respiración, yoga, etc; son útiles en todos los aspectos de la vida, en cuanto a la educación, son estratégias pedagógicas que aplicadas de tal forma, generan un hábito. 

Hay una sigla, una terminología que se usó mucho en la época de la guerra fría para definir los ambientes socio-políticos, y que ahora se utiliza mucho en contextos sociales-educativos, que es la sigla V.U.C.A: la cual significa, un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo; ese es el escenario en el que se van a manejar los chicos en el futuro.

Es por esto, que hay que preparar a las nuevas generaciones con solidez y comodidad para que puedan desenvolverse en un ambiente así; a su vez, con herramientas y características que le permitan a los chicos la flexibilidad y la capacidad de adaptación a contextos cambiantes. 

Fuente: Programa Num3ros/Editor: Patricia Solís