El fin del confinamiento marca el retorno de la guerra del “BIG DATA” – Parte 1

Introducción

Con la asunción de Trump al gobierno de EEUU, desde enero de 2017, se  manifiesto claramente la crisis mundial estructural e integral, pero también el momento agónico, turbulento y altamente contradictorio que recorre el capitalismo actual.

Además, pone en evidencia cada vez más la imposibilidad que tienen las diferentes fracciones del gran capital financiero para encontrarle una salida a esta crisis estructural en los marcos del capitalismo financiero.

Tal vez, por causas que guardan relación con la presencia de opciones emergentes alternativas a los unipolarismos financieros.

Tal vez por las capacidades de estos multipolarismos, tanto en el terreno de la economía real como también en el terreno cultural-filosófico, por lo inclusivo de un sistema de ideas-valores que integra y convoca a toda la humanidad como actor principal.

En la Gran Formación Social Emergente multipolar, con China y Rusia como sus motores principales, con potencialidad de estar cada vez más integrada por diversas regiones-naciones (en la llamada Nueva Ruta de Seda), sus dinámicas económicas y políticas ya han cobrado un claro tinte de “desconexión” y marcados rasgos antiimperialistas contra el globalismo unipolar financiero, que constituye la principal contradicción externa.

Aunque las apariencias de la guerra comercial engañan, Xi Jimping y Trump están ambos enfrentados a los globalistas financieros, aunque por objetivos diferentes, por ello cooperan en ciertos hechos como los que hacen a las los golpes financieros de la Reserva Federal y la City financiera de Nueva York.

Los actores financieros globalistas con sus políticas vinieron construyendo a partir de febrero de 2018, desde la Reserva Federal de EEUU, para una crisis de “recesión con depresión” en la economía norteamericana, para impedir la reelección de Trump a un segundo periodo 2021-2025.

Al no lograrlo abrieron el capítulo del ´impeachment ´, su ´caída´ por destitución, y al fracasar también en este intento en noviembre de 2019, bien pueden haber recurrido al coronavirus, detonando la crisis por medio de acciones de guerra biológica.

El objetivo a partir de entonces es responsabilizar a Trump no solo de la crisis económica sino también del descontrol de la ´pandemia´, hechos que además se retroalimentan.

Todo esto ante la mirada preocupada de su pueblo, cada vez más en pánico, con el objetivo que voten en contra de él en las elecciones de noviembre de 2020.

El confinamiento obligatorio y su verdadera motivación

En medio de protestas  a veces multitudinarias contra el confinamiento en EEUU, en estados con medidas muy estrictas como Michigan, parece que la población norteamericana está harta del “encierro” y de la vida económica parada.

Muchos norteamericanos del centro del país y de los estados del sur cuestionan que la suerte de sus estados sea dictada a partir de las circunstancias más graves que suceden en ambas costas (Este-Nueva York y Oeste-San Francisco).

Una nueva encuesta de Hill-Harris del 20 de abril muestra que el 74% del electorado entrevistado tiene miedo de perder sus libertades a partir de las medidas en torno al Covid-19, aunque a la vez el 83% de ellos está preocupado de ser infectado e incluso hospitalizado.

La encuesta reveló además que el 48% teme perder su empleo.

La decisión de abrir o no la economía en EEUU, tiene un ingrediente bien electoral.

Quien gana más votos con una u otra decisión.

EEUU parece estar en el centro del debate.

Sin embargo también hay elementos objetivos que aportar para una u otra decisión.

Figura 1:


Existe el riesgo de segundas y terceras olas (Figura 1).

Las naciones con el mayor confinamiento no solo habrán sufrido la mayor destrucción de empleos y trabajos sino también están expuestas a segundas olas más fuertes y más prolongadas.

El éxito del confinamiento casi absoluto, tan aplaudido por los medios de comunicación, tendrá entonces su precio.

El riesgo de una segunda ola quedó particularmente claro en Singapur con una explosión de casos, país, donde todo parecía estar bajo control.

Un reciente estudio de la Universidad de Stanford sobre el desarrollo de anticuerpos ante el virus estima que el ratio de fatalidad del virus una vez que las personas se encuentran infectadas es entre el 1 y 2 por mil, una realidad entre 20 y 30 veces más favorable de lo que nos presentó la OMS, cifra que utilizaron precisamente para motivar (sin base objetiva) las políticas de confinamiento.

La probabilidad de fallecer en EEUU por motivo del Covid-19 es de 13.7 por cien mil habitantes, cifra sujeta a cambios conforme avance la pandemia.

En la Ciudad de Nueva York, el epicentro de la pandemia con más de un tercio de todos los muertos en EEUU, la probabilidad de fallecer en la población de 18 a 45 años de edad es de 11 por cien mil.

La baja infección de la población joven e incluso económicamente activa permite más bien el desarrollo de anticuerpos con una política de confinamiento más laxo, ya que con el tiempo desarrollaría una inmunidad más generalizada creando al mismo tiempo un bloqueo para la población realmente vulnerable.

Más de dos tercios de los decesos corresponde en EEUU, como en otras partes, a personas con 70 años y más edad, sin contar los muertos en hogares de adultos mayores.

En resumidas cuentas hay motivos para reabrir la economía con ciertas precauciones ante la aglomeración de gente y protegiendo a los más vulnerables, los adultos mayores y personas en lugar de descartarlos.

Figura 2

El confinamiento obligatorio es esencial para salvar vidas, nos siguen contando los grandes medios globalistas, empeorando las opciones de trabajo a posteriori y aumentando el riesgo de segundas oleadas más altas, al no existir vacunas ni haberse desarrollado una mayor inmunidad.

El 20 de abril, EEUU aún no se encontraba cerca del pico de la curva, como podrán apreciar en la Figura 1, arriba.

Consideramos con lo ya señalado que nada impide tomar medidas de precaución y abandonar a la vez el confinamiento ya que las estadísticas justifican semejante medida.

Los medios de comunicación globalistas, y con ellos el partido Demócrata y su presidente del Congreso Nancy Pelosi, esperan con sus cálculos electoreros, que la gente siga con “arresto domiciliario” y cuestionan a aquellos que no ven su necesidad.

En fin todo parece indicar que la economía estadounidense re-abrirá el 30 de abril y a pocos días siguen Italia y Alemania, luego Gran Bretaña, España y Francia.

Figura 3

Es un hecho que los grandes medios nos desinforman sobre el impacto real del virus, como ya observamos en un artículo anterior.

Las estadísticas que nos presentan son números absolutos de infectados, muertos y recuperados en vez de números relativos.

Nos informan que, el riesgo de morir por causa del Covid-19 es mucho más baja con un elevado nivel de confinamiento, sin mencionar los riesgos de segundas olas ni del efecto desastroso para el empleo.

En este contexto es interesante mencionar el caso de Suecia.

El país evito el confinamiento coercitivo pero sí pidió a la población tomar medidas de no conglomerarse y recomendaron medidas personales para proteger a otras personas y a sí mismas.

La tasa de mortalidad por Covid-19 en Suecia, con un nivel de confinamiento bajo, es de 17.3 por 100 mil habitantes, resultado bien favorable comparado con el ratio en países con un confinamiento alto cómo se observa para Bélgica con 52.5 decesos, España (45.9), Italia (40.8) o Francia (31.1), o sea países con un nivel de mortalidad dos veces mayor que Suecia a pesar de un alto grado de confinamiento (véase figura 4).

Figura 4

Mortalidad por Covid-19 según países y nivel de confinamiento

(Tasas por 100mil habitantes)

En síntesis, ya en trabajos anteriores hemos visto que la mortalidad por cada cien mil habitantes, para casi todos los grupos etarios, no es superior a la mortalidad en años ´normales´.

¿Por qué entonces un confinamiento tan alto?

La recomendación que correspondería sería crear inmunidad con una política más laxa protegiendo a los más vulnerables.

La sobre-mortalidad sólo se observa entre adultos con 70 años o más edad, que (si incluimos a los decesos por dicha causa en hogares de adultos mayores) son responsables del 90% de todos los decesos por causa del Covid-19.

No podemos hablar entonces de una pandemia por su impacto mortal.

Ni tampoco podemos llamarla pandemia por su contaminación geométrica. Suecia no cerró su economía, pues no hubo confinamiento y a pesar de ello muestra una tasa de mortalidad razonable por Covid-19.

Más importante es que el país evitará, de esta forma, segundas olas significativas y enfrentará sin duda un menor desempleo pos-coronavirus.

Consecuentemente sufrirá un impacto menor de muertos, atribuible a la falta absoluta de oportunidades de empleo y/o trabajo.

Nos faltan más casos concretos por analizar, tomando en cuenta las diferencias entre países con un alto y bajo grado de confinamiento, una vez terminado el Covid-19.

Sin embargo, estimamos que hay motivos suficientes para afirmar que la humanidad ha sido conducida por los grandes medios globalistas (y sus acólitos como Nancy Pelosi) a este confinamiento casi absoluto, haciendo renunciar al pueblo a sus libertades como persona, sin que existiera real motivo para ello, no por el impacto mortal ni tampoco por su supuesta rápida contaminación, ya que con la misma se obstruyó más bien el desarrollo de anticuerpos y por ende inmunidad, resultado que hace más probable segundas y terceras olas y más aún al saber que una vacuna aún no está a la vista.

La pandemia no solo fue conducida y tuvo como objetivo encubrir no solo la causa real de la Gran Depresión del siglo XXI, sino también que, al mismo tiempo, están creando las condiciones para mantener suprimidas las libertades de la población, tanto más tiempo como se repitan segundas y terceras olas.

Lo anterior crea condiciones favorables para instaurar gobiernos autoritarios en medio de la Gran Depresión.

Fuente: Nacional y Popular