EEUU espera una lluvia de inversiones en el Golfo de México para reemplazar al gas ruso

La construcción de plantas se acelerará en Luisiana, Texas y Misisipi. El mercado espera impulso por el deseo de los europeos de no depender más de Moscú.

Hace dos años, la compañía de gas natural licuado (GNL) Tellurian, en Estados Unidos, se derrumbó en la bolsa de valores, despidió empleados masivamente y suspendió su proyecto de terminal de exportación en Luisiana. Hoy, se regocija su presidente, Charif Souki, inversores y banqueros “hacen cola en la puerta” para decirle: “¿podemos financiar su proyecto?”.

La demanda y el deseo de los europeos de no depender más del gas ruso son señales claramente positivas para el mercado. Ayudarán (a las decisiones finales de inversión” que se tomarán principalmente en el Golfo de México, explica Charlie Riedl, vicepresidente de la Asociación de Suministro de Gas Natural.

El 8 de marzo, debido a la guerra desatada en Ucrania tras la invasión rusa, Estados Unidos prohibió la importación de GNL, petróleo y carbón desde Rusia. Durante años Washington ha alentado a Europa a depender menos de los recursos energéticos de Moscú.

En un comunicado de prensa, la Casa Blanca recordó que “la política federal no limita la producción de petróleo y gas. Al contrario, en el corto plazo la oferta debe aumentar con la demanda”.

Ocho terminales permiten actualmente a Estados Unidos exportar 400 millones de metros cúbicos de gas por día y la construcción de unas 14 terminales nuevas ya ha sido aprobada por la Comisión Federal Reguladora de Energía (Ferc).

Este es el caso de Driftwood LNG, el futuro sitio de licuefacción y terminal de exportación de Tellurian, al sur de Lake Charles, en el estado de Luisiana (sur).

Cerrado durante un año y medio, se materializará el próximo mes con el inicio de las obras. Podrá exportar 100 millones de metros cúbicos por día.

“En principio, podremos entregar GNL en 2026” a las petroleras Shell, Vitol y Gunvor, precisa sonriente el empresario estadounidense-libanés Charif Souki en entrevista concedida a la AFP con motivo de la CERAWeek, la gran feria del sector energético, en Houston, Texas.

La construcción de plantas debería acelerarse en los próximos meses en Luisiana, donde Ferc ha aprobado cinco proyectos, pero también en Texas Misisipi (sur), donde existen siete emprendimientos planificados.

Desde sus primeras exportaciones en 2016, la región se ha convertido en el principal puerto de embarque de GNL. Una red de gasoductos conecta estos estados del Golfo de México con los yacimientos del Sur, las cuencas Pérmica y Haynesville, pero también con la de Marcellus, en el noreste, la mayor reserva terrestre del país.

Una vez en la costa, el gas es licuado y trasladado a los buques de hidrocarburos encargados de su exportación, principalmente a Europa.

No muy lejos del futuro astillero, Venture Global LNG ha visto este mes salir el primer buque cisterna de GNL de su flamante terminal Calcasieu Pass, construida junto a su planta en tan solo 29 meses, un récord de velocidad para una infraestructura de este tipo, recuerda con insistencia su consejero delegado, Mike Sabel.

Ya sea por los múltiples trámites administrativos de este recinto o por los de otra fábrica en construcción cerca de Nueva Orleans, cree que, desde la crisis en Ucrania, las autoridades de Estados Unidos han emitido sus autorizaciones “más rápido que antes”.

Según la Asociación de Abastecimiento de Gas Natural, cada planta de licuefacción requiere una inversión de 10.000 a 20.000 millones de dólares. Sólo las plantas de energía nuclear necesitan más capital para ser construidas.

“Aumentar la producción de gas en Estados Unidos es una propuesta de perder-perder para las comunidades del Golfo, Europa y el clima”, estima la ONG de defensa del medio ambiente CIEL.

“El GNL reúne todos los impactos ambientales del gas de esquisto, más las emisiones intensivas en energía de la licuefacción, el enfriamiento y el transporte. Además, pone en peligro la forma de vida de los habitantes alrededor de los sitios de extracción y producción y exportación”, denuncia Nikki Reisch, su director de Clima y Energía.

Fuente: Ámbito Financiero


Seguí leyendo