Algo no cierra en las encuestas

Por Daniel Schteingart.

Mientras que los sondeos a nivel nacional muestran un escenario de relativa paridad en las elecciones, de los regionales se desprende una ventaja clara de Alberto Fernández. ¿Por qué?

En las últimas semanas, la mayoría de las encuestas electorales coincidió en dos puntos: a) la imagen de Macri tocó piso en abril-mayo y desde entonces exhibió una recuperación al calor de la estabilización del dólar y algunos estímulos al consumo como el relanzamiento de Ahora12 y los créditos Anses y b) la ventaja entre Alberto Fernández y Mauricio Macri tendió a achicarse. Tal como se ve en el gráfico a continuación (tomado de la consultora PxQ, del ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis), tomando un promedio de encuestas a nivel nacional encontramos que la distancia entre Fernández y Macri se habría achicado de unos 10 puntos a fines de mayo a unos 3 puntos en julio.

Macri empeora en las encuestas a nivel subnacional

Ahora bien, el panorama luce sumamente diferente si uno se guía por las encuestas de intención de voto hechas a nivel municipal/provincial. Todas las que comentaremos de acá en más fueron realizadas en julio. Veamos.

En las últimas semanas, se dieron a conocer tres encuestas realizadas en Mar del Plata, donde Mauricio Macri le había ganado a Daniel Scioli por 8 puntos en octubre de 2015 (40-32) [1]. Las tres encuestas (CEPEI, Prisma Consultora y Gustavo Córdoba y Asociados) muestran ahora al frente a Alberto Fernández por un margen de entre 4 y 15 puntos.

Una tendencia similar detecta la consultora Data House Linked, que hizo una encuesta presencial de 450 casos en La Plata a principios de julio. En la capital provincial Macri le había sacado 11 puntos de ventaja a Scioli en 2015 (40 a 29). En contraste, la encuesta de Data House Linked muestra que Fernández mide 38 puntos y Macri 29 en esa ciudad.

Bahía Blanca es otra de las ciudades importantes del interior bonaerense. Allí en 2015 arrasó Cambiemos: Macri le ganó a Scioli por 21 puntos (45 a 24). De acuerdo a un relevamiento hecho la semana pasada por LU2 hoy la ventaja de Macri se estaría reduciendo allí a 8 puntos (38,6 a 30,6). En la ciudad de Junín, Macri le sacó 10 puntos a Scioli en octubre de 2015 (39 a 29). De acuerdo a una encuesta que dio a conocer el oficialismo, hoy la diferencia sería algo menor (6 puntos, 38 a 32). Por su parte, un relevamiento presencial de la consultora Clivajes (470 casos), en San Antonio de Areco muestra a Fernández con un 49% de intención de voto contra 21% de Macri, quien en 2015 había sacado el 42% (3 puntos más que Scioli).

Otros distritos en donde Cambiemos tuvo un gran 2015 (y un excelente 2017) muestran un patrón similar. En la provincia de Córdoba, Macri sacó 53 puntos en octubre de 2015 (y Scioli apenas 19). De acuerdo a dos encuestas (de CB Consultora y Feedback) hoy sigue ganando cómodo, pero por una diferencia menor. CB Consultora midió a principios de mes, y allí la diferencia con Alberto Fernández se habría achicado a unos 18 puntos (44 a 26); en tanto, Feedback mide a Macri en 34 y a Fernández en 22, pero con muchísimos indecisos (más del 25%).

En Mendoza, de acuerdo a la consultora RDT, la intención de voto de Macri y Alberto Fernández está empardada en 36%. En 2015, Macri le había ganado a Scioli por unos diez puntos (41 a 31) allí. Por su parte, en la ciudad de Rosario, Scioli y Macri habían salido muy parejos en octubre de 2015 (31,9% a 31,1% a favor del primero). De acuerdo a un estudio de la Universidad de Rosario, la intención de voto en julio está 35,8% a 21,4% a favor de Alberto Fernández, con casi 20% de indecisos.

Si miramos encuestas en distritos en donde había ganado cómodo Daniel Scioli en 2015, se observa una ampliación de diferencias respecto a hace cuatro años atrás. La consultora Federico González y Asociados midió intención de voto en Moreno (donde el ex motonauta había sacado 25 puntos de ventaja al actual presidente, 46 a 21). La encuesta (presencial y de 400 casos) da a Alberto Fernández sacando el 63%, contra 18% de Mauricio Macri (45 puntos). En tanto, CEOP midió en Florencio Varela, en donde Scioli había sacado 51% y Macri 19% en la primera vuelta de 2015. De acuerdo a la encuesta (1044 casos), hoy la ventaja del peronismo se estaría estirando más (59 a 18). Por su parte, la consultora Meridional midió intención de voto en Chaco, con Fernández ganándole a Macri 56 a 26 (una diferencia ligeramente mayor a la de 2015).

Por último, un par de encuestas patagónicas. El consultor Ricardo Vignoni midió intención de voto en Río Negro en los últimos días: de acuerdo a él, Fernández estaría sacando el 58% contra alrededor del 15% de la fórmula Macri-Pichetto. En 2015 la diferencia a favor de Scioli había sido más escueta (45 a 22). En tanto, la consultora Tres Punto Zero midió 50% para Fernández contra 16% de Macri en la provincia de Santa Cruz. En 2015, Scioli había ganado 47 a 26 en primera vuelta.

Una hipótesis de las diferencias: la forma en la que se hace la encuesta

Si las encuestas a nivel subnacional estuvieran en lo correcto, entonces Fernández debiera tener una ventaja sobre Macri muy superior a los tres puntos (recordemos que en octubre de 2015 Scioli le había ganado a Macri por exactamente esa diferencia). Si las encuestas a nivel nacional estuvieran bien apuntadas, entonces Macri debería tener mucha más ventaja en las ciudades y provincias mencionadas de lo que muestran los sondeos regionales. Hasta ahora, los resultados de las elecciones a gobernador de los meses previos (en donde a Cambiemos le fue mal en centros urbanos tradicionalmente propensos a votarlos) parecerían dar crédito a lo que muestran las encuestas subnacionales. Sin embargo, no se puede trasladar linealmente esos resultados a las presidenciales; también hay que tener en cuenta que las elecciones provinciales coincidieron grosso modo con el peor momento de la recesión y con un dólar que recién empezaba a estabilizarse.

Ahora bien, hay varios factores que pueden explicar las discrepancias entre las encuestas nacionales y las subnacionales (amén de las “operetas” que pueda haber en uno y otro lado). Primero, hay diferencias en el método de recolección de la información: las encuestas nacionales se basan mayormente en el método telefónico IVR, en tanto la mayoría de las subnacionales son presenciales (domiciliarias y/o coincidentales en la vía pública). Para que se sepa la diferencia: el IVR (Interactive Voice Response) consiste en utilizar un cuestionario pregrabado y luego la encuestadora llama a miles de teléfonos fijos. No hay un encuestador dialogando con el encuestado, sino que éste responde directo al cuestionario pregrabado.

La principal ventaja del IVR son los costos (muchísimos más bajos por prescindir de encuestadores físicos y mayormente confinados al pulso telefónico) y que, al no interactuar con una persona, podría disminuir el voto vergüenza. Dentro de las desventajas, tenemos una muy alta tasa de rechazo (de acuerdo al consultor Juan Germano de Isonomía, alrededor de 1 de cada 10 llamados termina en una encuesta exitosa en tanto que en los 9 restantes los encuestados cortan el teléfono) y varios sesgos. Dentro de éstos, tenemos que apenas el 59% de los hogares tiene teléfono fijo, cifra que cae al 26% en el 20% más pobre[2]. Otro sesgo es que en general la probabilidad de tener teléfono fijo es notoriamente mayor en hogares con presencia de jubilados. Hoy, jóvenes que pertenecen al 20% de mayores ingresos y viven sin sus padres utilizan smartphones, y es relativamente infrecuente que tengan teléfonos fijos en sus hogares[3]. Una distorsión adicional proviene del hecho de que probablemente quieran contestar la encuesta personas más politizadas que la media. Mientras que este último sesgo inflaría artificialmente la intención de voto de Fernández (debido a que sus votantes son más politizados que los de Juntos por el Cambio), los sesgos de ingreso y edad inflarían artificialmente la intención de voto de Macri.

Un dato de color que muestra el sesgo que puede tener el IVR lo describe el consultor Federico González. El día después de las elecciones a gobernador en provincias como Jujuy y Santa Fe, la consultora de González llamó vía IVR a habitantes de estos distritos, y les preguntó a quién habían votado el día anterior. En ambos casos, el porcentaje de votos a candidatos cambiemitas fue significativamente mayor en el IVR que el que efectivamente ocurrió en las elecciones del día previo. Un patrón similar detectó Pablo Romá, de la consultora Circuitos (que predijo muy bien los resultados de las legislativas de 2017 en la provincia de Buenos Aires). De acuerdo a este especialista, en los pueblos del interior bonaerense, Macri pierde con Fernández si la encuesta es presencial, pero mejora bastante si se lo mide con IVR. ¿Es malo entonces el IVR? No necesariamente, pero es fundamental la pericia del consultor para poder calibrar estas distorsiones.

Por su parte, las encuestas presenciales tienen la ventaja de que se puede por ejemplo captar a la población que no tiene teléfono fijo. Asimismo, de acuerdo al consultor Gustavo Córdoba, las tasas de rechazo son notoriamente menores que con el IVR. También es mucho más fácil hacer un simulacro de corte de boleta con una encuesta presencial que con IVR (esto no es para nada menor dado que, por ejemplo, el corte de boleta puede ser determinante en las elecciones a gobernador en la Provincia de Buenos Aires y, por tanto, en la nacional). La principal desventaja de las encuestas presenciales es que son muchísimo más caras que las telefónicas automatizadas, dado que requieren de múltiples personas encuestando. Esos costos son todavía mayores si se requiere desplegar un operativo de campo en un territorio amplio como el nacional (es por ello que en un territorio más acotado como municipios y provincias sube mucho el porcentaje de encuestas que son presenciales) Asimismo, la interacción cara a cara puede incrementar la probabilidad de voto vergüenza por parte del respondente.

Dicho todo esto, ¿las presenciales son intrínsecamente mejores que el IVR? Según el consultor Federico Aurelio, es una mirada simplista creer que la encuesta presencial es por default mejor que el IVR. Más que las metodologías en sí (además de IVR o presencial podemos tener las online o las CATI -esto es, las telefónicas pero con una persona física llamando), la clave estriba en saber cómo utilizarlas.

En suma, ¿quién tiene la razón, las encuestas nacionales o las subnacionales? Imposible saberlo, sobre todo, teniendo en cuenta además que -como dice Matías Carugati de Management & Fit- muchas veces las personas dicen que van a votar una cosa y después votan otra. Faltan varios días de campaña, además. Por ahora, a contener la ansiedad hasta el domingo 11 de agosto.

[1] Las comparaciones con 2015 surgen siempre del Atlas Electoral de Andy Tow.

[2] Datos tomados de la Encuesta Nacional de Estructura Social (ENES), del período 2014-15.

[3] La ENES muestra que, aun a igualdad de ingreso, los hogares que tienen teléfono fijo suelen tener muchas más personas de edad avanzada que las que no lo tienen. Por ejemplo, controlando por ingresos, el promedio de edad de los jefes de hogar que tienen teléfono fijo es 6 años mayor a quienes no lo tienen.

Fuente: Cenital.com


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